El llanto irrumpió sobre tus mejillas,
deslizándose suavemente/ por tus labios
rojos, tímidos/ sonrojados, por el viento
que te roza/ en silencio con un beso.
Me sentí culpable de tus lágrimas,
y me volví en el tiempo/ para regresarlas
al cántaro, del cual se vertieron
los diamantes/ dispersados en tus ojos.
Cogí en mis dedos una a una las gotas,
desprendidas del cielo/ en forma de lluvia.
O del mar a través de las olas traviesas,
que sutil/ mojaban tu bello rostro.
Las brisas se congelaron, en un susurro
del silencio/ que atrevido acariciaba
tu piel de frescas y doradas playas,
donde se perdieron/ junto a caracolas.
Y grabe con mi pluma sobre una de ellas,
un te amo ansiado/ que lleno de jubilo
al sufrido corazón, que como milagro
zurció/ las heridas con el iris de tu cielo.
El amor que nació, de estrellas se vistió/
ya no hubo más llanto, el amor lo seco
con nubes de algodón/ donde caminan
enamorados los dos… lagrima y corazón.