Estaba yo, en la fila de un banco
esperando mí turno para ser atendido
y de pronto nos tomó por asalto
el repique de un teléfono encendido.
El sonido era muy estridente
parecía maullidos de gatos
que peleaban con uña y dientes
metidos dentro de un saco.
Todos nos mirábamos sorprendidos
para ver de quien era el famoso celular
y nadie metía la mano en el bolsillo
como si todos quisieran disimular.
Contesten por Dios ese aparato
gritó un cliente desesperado
hay que ser loco, con mente de neonato
quien tenga ese repique configurado.
Todos se miraban confundidos
esperando que yo contestara
y nadie se sentía aludido
mientras el teléfono se reventaba.
Como la gente me mira e insiste
me saqué de mi bolsillo mi aparato
¡Qué pena! Mi hijo me cambió el repique
y por eso me llevé tremendo chasco.
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