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Sol y sombras (cuestionamiento)

 

Por rincones oscuros,

tétricamente pobres de virtudes

y míseros de dones,

pasea, irresponsable (entre muros)

el joven barro por el sol reseco.

El hombre (frágil yeso)

deambula perdido.

 

 

Momificado por siglos pasados.

Anclado a un vasto letargo interior.

Enclavado en la cruz del evitable error;

gandulea (ignorantemente torpe),

aburriéndose inventa,

enfermo tose: el hombre.

 

 

Necia porción del hombre;

"prepotente supuesto equilibrio",

"ambición y egoísmo",

junto a "una pizca de celos malditos".

 

 

Horripilante este rostro del hombre,

cicatriz en la piel,

honda y sangrante herida.

 

 

Tan nefasta esta faz,

que usa las artimañas,

engaños y patrañas,

carnaval y disfraz,

y acude a las falacias,

para eludir reprobarse a si mismo,

para negar su falta de principios.

 

 

Vive intranquila, persiguiendo sombras,

la bestia estrecha la mohosa penumbra,

entre los cortinajes; sucios, roídos,

cuales mordió; como ratas, el tiempo.

Rodeada de cirios consumidos

y de humeante sabor a delirio.

Aletargada en cojos butacones

vestidos con esquelas ignoradas

y con vetustos amores derretidos.

 

 

Parte oculta del cubo,

que pervive en estancias solitarias,

donde el entendimiento

mengua, y el resto...queda en muda nada.

 

 

   ***   ***  

 

 

En espacios abiertos,

rociados por luz ¡puros!

el hombre.

 

 

Recordando los vínculos,

restaurando los hilos del ropaje

que maltrató su amnesia.

 

 

Templado sol: el Hombre.

Una pradera y descanso,

edificio y ladrillo,

es el semblante humilde de su dado.

Una mano, una cuerda,

un abrazo que ayuda extendido.

La escucha atenta y lúcida,

la voz benevolente,

que al progreso despierta.

 

 

Hay tantos hombres que:

con esfuerzo restaron,

de otros hombres, la sed.

Rescataron del suelo ramas rotas;

moribundas, caídas,

y, cuidándolas con máximo esmero,

con los pétalos anchos florecieron,

sellando, la honda tumba, con sinfonías.

 

 

318-omu G.S. (Bcn-2012)