Sufre de ausencia callada
en esos ojos cansados,
de verter lágrimas vanas
entre miradas perdidas
que laten en los sentidos.
Cuando la noche se vuelve eterna...
y vuelven los suspiros errantes,
atrapados bajo las frías sábanas
de esa lluvia constelada
olvidada en los vagos deseos.
Y ni siquiera le quedan sollozos
que empapen su almohada
y haga brotar la sonrisa
perdida en el llanto lastimero.
Apenas casi nada de nada
por lo que desvelarse del desvelo,
tan solo aquellas caricias y besos
evocadas desde muy adentro,
que ya no son de los recuerdos...
acaso del amargo desconsuelo.