No vengas a decirme que estas arrepentida,
por que del huerto amado, do sembramos las rosas;
te fuiste con el viento cómplice de tus cosas,
como se van las fieras a su intima guarida.
No vengas a mentirme con unción desmedida,
por que tus huellas hablan, de verdades dudosas,
de falsas alegrías y mentiras copiosas.
-¡No vengas a buscarme, que mi alma está dormida!-.
Dormida entre recuerdos, gaviotas y sirenas,
en un mar de tinieblas, donde la luz se estanca.
Mientras que en silencio, volando se van mis penas!
Mas ha llegado un nuevo día a ésta playa blanca,
con cantos de gaviotas que inyectan a mis venas,
-¡Aromas de mujer, de una mujer, fiel y franca!-.