ALVARO J. MARQUEZ
SIN ALMA
"Que el eco me hable de tu amor,/ que ese eco mis fibras toque,/ pero por las dudas, pídele al eco por favor.../ que no se equivoque".
Una posaba para un poeta, otra para un pintor,
las dos con figuras esbeltas, ambas muy bellas,
habían decidido ya que fuera el amor
el motivo principal para plasmarlas a ellas.
Cada una fue describiendo su modo de ser.
Dejando saber con claridad sus ideas,
revelando cómo ejercían el arte de ser mujer
preocupadas más que todo por no verse feas.
Aunque parecía que hablarían de sentimientos,
hablaban de todo... menos de eso.
Iban proclamando su belleza a los 4 vientos,
viaje de vanidades en la ida y en el regreso.
A todas éstas el pintor nada pintaba
y el poeta ni una línea escribía...
Es que la inspiración no llegaba,
pero para ambos había tiempo todavía.
Les interesaba captar la belleza interna,
que importaba más que la coquetería,
el rico contenido de una sonrisa tierna
y no la carcajada de un alma vacía.
Las dos hablaban, cada una de su interés,
el maquillaje, un auto, tener dinero...
de cómo les habían quedado sus pies,
aunque fueron a la peluquería primero.
Luego habló cada una de su signo zodiacal
y de lo buena que estuvo la novela anoche.
Pintor y poeta continuaban igual,
pero no se atrevían a hacer ningún reproche.
Quería uno pintar un alma y no la veía,
el otro escribir al corazón y no lo hallaba,
se estaba decepcionando el que no escribía
y casi decepcionado el que nada pintaba.
Nunca se habló del verdadero sentir,
de ése que podía embellecerlas por dentro,
ambas de lo superficial podían vivir
y del fugaz placer de algún encuentro.
No hubo pues lo que se supuso que habría,
dos mujeres bellas mostrando su interna belleza
y el hombre de la pintura y el de la poesía
no querían pintar ni escribir con tristeza.
No era la desnudez del cuerpo la necesaria,
la desnudez del alma era más importante,
que se reflejara en la piel una luz extraordinaria
y en sus miradas brillara un sol radiante.
Al no hallar en ellas algo positivo en algún flanco,
al ser todo tan superfluo, tan frío...
Fue así como una pintura quedó en blanco
y un poema que debió ser de amor, vacío.