El otoño encarnado en las retinas
hace trizas el sueño,
despabila y alucina a los amantes,
insomnio en madrugada y desvelos.
Sobre el monte se encarama el viento,
arreciendo en azotes,
los picos nevados de los senos.
***
Campo de amapolas sobre el vientre,
rojo valle de luna,
musgo, piedra y cuenco.
al vértice de las piernas,
blancos tallos se bifurcan,
flor ardiente, el cetro.
Hiedras cuelgan desmayados, en los hombros,
liquidez en los cuerpos,
despojados y en cueros las figuras,
las ropas dispersas por el suelo.
Cincelado el cuello, porcelana pura,
tallado en los dedos el mástil, perfecto
y en el embrujo,
dibujar el inconcluso tatuaje de los sexos
eximia pluma, orfebre y alfarero.
Licuados del tiempo y de la espera,
alquimistas del verbo
en la yema sensible de sentir
trazando, la geografía de los cuerpos.