Caminando voy hacia el encuentro
de mis amados seres queridos
que ya no están en este mundo.
Llueve. Una lluvia intermitente.
Pero desde hace varias horas...
Llego al cementerio.
Paso por delante de la capilla.
Decido entrar después,
cuando salga.
Hoy, no pude comprar flores.
Ya se han retirado los floristas.
Extraño. Debe ser por el mal
tiempo. Es la primera vez
que sucede.
Camino un largo trayecto.
Está oscureciendo,
aunque todavía es temprano.
Por la zona donde voy,
a nadie veo, camino...
De pronto siento ruido
de los tacos de zapatos
de una mujer.
Está detrás mío...
¡Cristina! me hiciste asustar...
¿Por qué llevas esa venda
en los ojos?
Pareces un fantasma...
así, toda vestida de negro.
A pesar del susto,
me alegro haberte encontrado.
Ahora estamos frente a frente.
Tienes los ojos tristes.
La mirada vacía.
¿Qué estás haciendo Cristina?
¿Vienes aquí a ver a alguien?
¿O me estás buscando a mí?
No me mires así...
¿Quieres hacerme
tener miedo?
¿Debo tenerte miedo?
¿Por qué?
¡Porque estás ciega!
¿Vés lo que estás ocasionando?
¿Estás de luto por la tristeza
de tu pueblo?
¿Por qué no te sacas
la venda que tienes en tus ojos?,
y dás a tu pueblo libertad
de expresión... sácanos de esta miseria
en la que muchos estamos viviendo...
¿No te dás cuenta?
Tu silencio me está alterando...
Solo te pido que recapacites.
Ten a tu lado gente responsable
que nos saque de este caos.
No quiero propasarme
contigo con mis palabras.
No quiero ofenderte.
Solo te pido que nos conduzcas
por el camino de la felicidad.
Nosotros, el pueblo, te lo pedimos,
buena y sanamente.
¿Me estás escuchando, Jefa?
No te ofendas con mis palabras.
Son las mismas que muchos
quisieran decirte, pero
no se animan hacerlo.
Aprovecho yo que estamos
aquí, aparentemente solos,
aunque están ellos, los sin vida...
que a veces siento en mi corazón,
que están mejor que nosotros,
porque ya han dejado de sufrir
las angustias de la existencia.
Te dejo Señora. No he querido
lastimarte: Deja de lastimarnos
a nosotros. Me voy a visitar
a mis muertos. Ten en cuenta
lo que te he pedido.
Haznos el bien, y el
pueblo todo te lo agradecerá...
Hasta cuando tú quieras...
...... Voy al encuentro de mis
seres queridos. Rezo.
Me dirijo hacia la capilla.
Entro.Allí, frente a mí, Dios.
Un aire frío entra por la puerta abierta.
Miro hacia ella, y allí nuevamente
la Señora está.
¡Ven! ¡Entra! Ven a rezar conmigo...
¡No! yo no te tengo miedo Cristina...
Tampoco a Dios...
a Él lo amo...
Dios, envíale a ella tu luz...
Nosotros, el pueblo,
queremos paz y felicidad.
Que se haga TU VOLUNTAD Y LA DE ELLA.
Todos los derechos reservados del autor( Hugo Emilio Ocanto-10/09/2012)