lágrimas soledosas que me embargan de tristeza,
cuando en momentos tristes, tan tristes,
Oh aurora, luz del sol, a donde te fuistes,
dejándome solo en la oscuridad que me besa.
No quiero llorar, no, no quiero,
con firmeza me opongo a que me embargue el llanto,
pero el eco de un lejano canto
llaga a mí, y es cuando me desespero.
Y caigo en un estado de frenesí,
en donde un inmenso tormento me atormenta,
con una desolación profunda, que se asienta,
como negra tiniebla , dentro de mí.
Y así estoy: triste en una vida vana,
deseando las auroras de ayer,
y mis tristes ojos con el ensueño en la mañana,
asomado en la ventana,
esperando mi dulce amanecer.