Qué tristeza siento cuando tengo que callar,
cuando las emociones no puedo aflorar,
cuando me ahogo en espantosos silencios…
esos, que por más de aterradores son eternos.
Triste cuando no consigo en quien confiar
porque todos me parecen de nada fiar,
porque mis confidencias son tan valiosas
que ninguna mano valora una joya preciosa.
Sí, me ahogo siempre en mis brutales silencios…
Dios ayúdame a encontrar paz y tranquilidad,
apiádate de mí, dame el equilibrio de solsticios,
ya que no tengo a nadie en quien confiar.
Me indigna la injusticia y maldad,
cánceres humanos por demás,
detesto que atenten contra mí,
en tigra me puedo convertir.
Me enoja la mentira planeada,
tal cual serpiente arrastrada.
Sé que exenta de ella no estoy
aun así me enojo hoy por hoy.
Soy enemiga… sí, de la falsedad humana
esa que por muy grande se vea, es enana.
Mis oídos la escuchan en cielos aturdidos…
ella grita sórdidamente con aullidos y ladridos.
Mis ojos la ven en la más espesa bruma,
mis sentidos la sienten…no deja de hacer bulla.
Sensible a ella soy, mis poros la huelen,
y por ello, fulminantemente la repelen.
Me hierve la sangre cuando ella me toca
falsedad humana que conmigo se equivoca,
cuando de una vez por mí ya descubierta,
pierdo el respeto por quien así la muestra.
Empecé muy ahogada en silencios luctuosos,
pedí piedad en ello y equilibrio de emociones,
continúo sin tener en quien dar mis confesiones,
pero ceso calmada, mi Dios… ¡eres maravilloso!