Fascinantemente ineludible es tu cuerpo de abedules,
y el lirio de tu boca que se trastoca y me trasnocha.
Fascinantemente irresistible es el brillo de tus ojos,
y el roce de tus manos locas;
y el sutil despliegue, casi acrobático, de tu aroma.
Tú me llenas y me transformas,
y yo me transmuto en anhelante espera al saber que retornas.