Me encantan tus ojos que divisan ángeles
y que el sueño merodea tan celosamente,
aunque no figuren una ni cien veces,
al cruzar a este; a este…
A este que se ahoga en tu mar
del más hondo sentimiento,
y que eclipsado por tu rostro
cree que todo en la vida es perfecto…
Y que se mueve en la busqueda
de esa parte del sentido
que el cerebro no usa,
donde realmente existe
del verso la música.
Desconocido por ti nace
un iluso sueño de poeta
surcando el universo,
sometido de un complejo gesto
y de una realidad secreta.
Nadare siempre mientras rece,
alucine, sobreviva o conduzca
por las rutas que los ríos reverdecen;
donde el sereno combate a esta sed confusa.
Y entre la alusiva esperanza
de tu angelical par de niñas,
rescatare las huellas
que se perdieron heridas.