La cita
Qué frío está el café, qué frío usted,
que medita en la mesa y que medita
sobre el mundo y sobre esa señorita
que no llegó a la cita con su red.
Va girando el espejo en la pared
y de pronto una luz lo resucita,
y no es el sol, es ella que visita
feliz, aunque algo tarde, su hambre y sed.
Tanta hambre de vivir, su sed de risas,
sus tardes de mantel, vanas, vacías
y llenas sólo de un puntual café.
Pero ella es, con ella no más prisas,
ni esperas ni miradas ni agonías,
la muerte se ha sentado y pide un té.
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07 09 12