Mirando tu boca siento
que el alma se me desgrana
y mirando sus carnosos labios
de besarlos me dan ganas.
Esos mofletes de niña
y sus ojos de luceros,
cuantas veces le diría:
Amor mío, cuánto
y cuánto la adoro,
la deseo y la quiero.
Su sonrisa es alegría
igual que una bendición.
Y sus pestañas de seda
abanican mi corazón
Su pelo negro azabache
es seda del mismo Dios.
Su cuello de naca fina
provoca mi gran pasión
Sus pechos son tan hermosos
que me quitan la razón.
Autor Joaquín Méndez
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09/09/2012 2:23:55.