Hay un poeta escondido,
entre álamos y sembrados
con una pala al hombro,
va a sepultar sus pecados,
cae como rodando
a esa fosa desierta
los amores ya cantados,
por esa doctrina incierta
Fué mi primer pecado.
La luna va apareciendo
suspendida en el silencio,
detrás los versos queridos
de la amada que ya no quiero,
segunda fue la ocación
de sepultar recuerdos,
si con ella no vivía
ahora sin ella muero.
Fue su afán sincero
los entierro en esta tierra,
que la llaman memoria,
no quiero recuerdos ingratos,
ya no quiero ni mi historia.