Y llegaste una tarde a Puerto Azul
mis ojos se envolvieron en los tuyos,
y un orfeón de afinados murmullos
hizo vibrar al vetusto abedul.
¿Es acaso el tentador mar azul
o el gemido surgido en tus cocuyos,
lo que trastocó lascivo el capullo
liberando mis ansias del baúl?
No me incomoda la infiel pleamar
porque la pasión de improvisa surge,
echando la nave al crispado mar;
logrado sobre bateles crujiente
porque el mar es para mí desafío
me he hecho clamoroso, brioso, fuerte.
Theo Corona
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(Memorias de un amor)
Soneto endecasílabo