Un Cuento para dos.
Un arco iris templado en horizonte lejano, fue el lienzo de aquel cuadro que dibujaron sus manos, un día soleado después de haber escampado el cielo de nubes preñado, la lluvia había limpiado con sus lágrimas el asfalto.
Allí, junto a la hiedra del viejo puente de piedra, unidos los dos con sus manos y sus bocas fundidas, lozanas, tras las ramas de aquél árbol que cobija sus ganas… Como fondo, el susurro trepidante de las aguas de un río ondulante, que cabalga buscando mojar las rocas que a su paso no deja de trabajar, como cincel del tiempo, erosionando en su revuelo la dureza de los cantos rodados, olvidados, quietos y callados.
Quijotes de un tiempo perdido, los amantes se han sumido en un dormir mutuo y sereno, al albergue el uno del otro, con compañía selecta y con las bocas abiertas devorando sus almas quietas y amándose con requiebros disimulos y torpezas, llenos de temores de las miradas de inquisidores, buscando una soledad que no acaba de llegar. Los sueños de dos mozuelos que empaparon mil pañuelos con lágrimas de lujuria, cada noche en sus alcobas los pensamientos alojan en su cabeza y su cuerpo, presos de un tormento, no del amor de un cuento sino de un pesar siniestro; Es por ello que al encontrarse cada atardecer del día, sus sonrisas se hacen brisas y sus deseos lamentos fabricando su propio cuento en el que no caben más vidas…
Autor.- Rafael Rivas.