“Nos deslizamos al pie de la ventana…”
Iba junto a mí, callado, con la mirada perdida. Sus pasos eran lentos. De repente voltea su rostro hacia mí y pude ver el brillo de sus lágrimas.
¡Me estremecí de dolor!
Puse mi mano sobre su hombro y lo estreché cálidamente. Así seguimos hasta llegar a la puerta de la iglesia.
Nos detuvimos al pie del primer escalón para observar una parvada de azulejos que surcaban los cielos. Él, sonrió ante las bellas aves y su dulce trinar.
Entramos al interior del sagrado recinto y nos inclinamos ante el altar mayor.
Arturo, junto sus manos y rompió a llorar; yo, me dije:
-¡Dios mío! ¡Dale serenidad! ¡Conformidad! ¡Y alivio a su dolor!
De pronto se levantó y salió corriendo.
¡Sentí un golpe seco! ¡Unos gritos! Y luego… el silencio
Vi su rostro pálido. Tan pálido como lo tenía su hija la semana pasada, cuando cayó del tercer piso del edificio donde vivía con su madre.
Cerré mis ojos para evocar los bellos recuerdos. ¡Esos momentos maravillosos vividos junto a él!
Pero la imagen, cuando nos deslizamos silenciosamente al pie de la ventana, para escaparnos. Fue la que quedo grabada en mi memoria ¡Cómo una película!
02/07/2.004
Autora: MSc. Ingrid Chourio de Martínez
Del Cuentario Inédito “NOSTALGIA”