En antiguas culturas de dioses
fuiste un pequeño dios gatuno,
dueño de misterios oscuros,
desde tu mundo silencioso
compartes con nos tu quietud,
un pestañeo apenas delata
que agradeces la caricia dada,
el calor que juntos compartimos,
eres el minino regalón de casa
quieto compañero de rincones
socio de estufa en los inviernos,
a veces descubres tu esencia
cuando con rasguño certero
establece cual es tu espacio
y divides tu mundo y el nuestro.
En oscuras noches de tejados,
lejos de la vista humana,
tu instinto de pequeño rey
asoma salvaje y clandestino,
con aullidos de pelos, lomos,
ojos luminosos y fieros,
llevas a cabo batalla eterna
por perpetuar la especie,
dejar la huella de tu gen
en herederos de misterios.
Noches de sombras de luna,
donde no eres doméstico,
tampoco reconoces dueños,
donde la caricia humana
sería profana y ajena,
mundo de garras y colmillos,
imperio de mínimo felino,
emperador de techos y azoteas,
desde las aturas proclamas
tu peludo reino.