Y frágil… aquí como ayer,
dorado ya el cabello de la estrella
cuando no transite tanta gente,
influjo de la noche traslucida y serena
cuando mi soledad esté más presente,
me acercaré a ti borrando la distancia
en fatiga del sopor de la nostalgia.
Y creeré que tu piel y su epitelio
siguen siendo… ¡el paisaje más perfecto!
que la prisión de sus bucles etéreos
con el vértigo en ella viviendo
… ¡también me son perfectos!
Será vano derruir ese tímido intento
de querer atravesarla… llegar hasta sus huesos
y descubrir porque sigue morada de mi cielo.
Será vano por el palpitante océano
de sus venas en zozobra… intentar dar remo.
Soñar que ya no sopla la ráfaga del invierno
y otra noche… volver a ser durmiente del averno
que imana tras su velo.
O en el mundo momentáneo
que todo lo acomodo ya olvidado,
contenida tu viril hermosura
en esa piel de mares rojos…
el calor que siempre me despierta sin mesura
encontrarlo a mi antojo ya de hinojos.
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