El día amanece y sentado en él
tu cuerpo se balancea sublime
como una esfinge blanca y pálida
tocada por los dioses en la noche
Tu cuerpo que todo lo posee
incluso mis deseos insalvables
distantes de ti perecen
y en tus charcos caen
como gotas de lluvias
mis antojos de hombre.
Tu cuerpo febril arde
entre mis manos firmes
porque toco la tierra
de tus plantas indelebles
y me afirmo en tus manos
de paloma mansa.
Amánsame cuerpo de mujer
que el desatino emerge
de mis sienes y en mi pecho
la hoguera de tus ojos
quema el alma como yesca
y este amor que quema vive.