Y yo que sólo pude decirte que te amaba,
de ti como respuesta brotó suave torrente.
Se iluminó tu rostro con gesto transparente;
el brillo de tus ojos el tiempo entrecortaba,
en mar de mil sonrisas tu aliento fulguraba,
poblando aquel instante de amor iridiscente;
en pupilas henchidas por fuego incandescente
los anhelos del alma vibrante descolgaba.
Un universo entero surgió en suave caricia,
perseguida del beso que yace prisionero.
Abanicando sueños de ingrávida delicia
portentoso el amor ramifica su entrevero,
florece en alegría, prodigio de pericia,
un universo nuevo suspira en un te quiero…