Doblega su mano brusca sobre el blando papel
mientras la mustia luz de la vela desgastada roza su cuerpo,
traga saliva con fuerza, menguando su rabia
pretendiendo esquivar el tormentoso bullicio exterior,
y ancla su mirada en la leve tela de la cortina inmensa,
por donde lentamente penetra la naciente luz.
Somnoliento….
debilitado, agotado por lo común
por lo de hoy y de ayer,
por lo diario y habitual
por lo normal….
Agobiado por la lluvia y el frio,
mortificado por ecos ilógicos y estridentes,
por el hambre erosionando su estomago
y el cansancio pesando en sus gruesos muslos…
Descansa los ojos… huye, en delirio…
hasta estar ausente de todo…
viaja ... libre … liviano…
hasta encontrar rezagos del antaño feliz
… allí donde le esta permitido
aspirar el sutil perfume
de esa floreciente piel …
llega al borde de esos cálidos labios,
saborea placenteramente, sin prudencia
el exquisito y suave licor agridulce
… absorbe su interminable fuerza primaveral, revive.
Ya no son vanos recuerdos
….puede ver, tocar, sentir,
oler a saciedad la almizclada cabellera,
se deja atrapar por el brillo iridiscente
de esos ojos azabaches.
Siente la frescura de esas dociles manos,
deambulando ávidas por su cuerpo,
….como testigos…
la lluvia, el viento, el te, las rosas, el fuego
….su pudor, su timidez,
ella rindiéndose…
ella, su entrega, su remedio predilecto.