No hay día que deje de pensar en ti Papá
Una tarde de Julio del año 1985
Me llego una noticia, de llanto empapada,
Te quedaste en la cuneta, inerte y sin vida…
Te arrastro treinta metros destrozando tu cuerpo,
Cuando levante la manta que tapaba tu cadáver
Sentí un gran susto de agonía y silenció,
No se pudo hacer nada solo orar, por tu cuerpo…
La vida cambio en tan solo unos instantes,
Destrozando sentimientos por tu despedida
No sufriste nada, me decían las gentes,
Mientras yo lloraba, por no verte con vida…
Hay en la foto, estabas de vacaciones
Con tus hijos y tu mujer el amor de tu vida,
Sentado con la brisa del aire y emociones,
Al ver que tus hijos crecían con la caricia…
Todos trabajábamos cuando tú te fuiste
Menos el José que iba detrás y se salvo,
Salto por encima del coche, con lesiones
En la pierna y no pudo estar en tu entierro…
Porque tenía dos fracturas en el mismo pie
Y en la soledad del hospital paso un tiempo,
Sin saber que su Padre, sin querer se fue,
Quizás al paraíso de las almas sin cuerpo…
Si ahora tu espíritu vive en otro cuerpo,
Al depurarse en los cielos de Dios,
Le encomendarían vivir en otro ser vivo,
Lo que le hicieron aquel día, no tiene perdón
Mataron tu vida e hirieron de gravedad, mi corazón.
¡Te llevo muy adentro de mi ser Padre mío, ahora tendrías ochenta y cinco años y vivirías quizás, envejeciendo a tu estilo!
Modesto Ruiz Martínez /viernes, 14 de septiembre de 2012