La carne firme le ofrece
erotismo a las caderas;
atracción para quimeras
en la lujuria que crece.
De los glúteos aparece
la piel cual carnal coraza.
Sus muslos, hechos de braza,
una perfecta escultura
exhibiendo la moldura
de tan imponente raza.
El vientre desciende tenso
para fundirse en las piernas
donde le nacen mas tiernas
ansias del amor inmenso.
La pelvis concede intenso
encanto a su lozanía.
Se funde la poesía
de la piel con su interior;
metamorfosis de flor
en sexual anatomía.
Los pechos rozan la brisa
con sus pezones de fuego;
el cabello, es simple juego
acariciando la risa.
Los ojos se van de prisa
en la mirada que evoca.
El rosado va y le toca
las dos mejillas ardientes
y los labios son dos puentes
para el beso de una boca.
Toda la carne se adosa
a la silueta perfecta;
mezcla de princesa erecta
y levitación de diosa.
Hay conjugación grandiosa
entre cuerpo e inteligencia.
Hay valores, hay presencia
física y espiritual.
¡No hay otro ser tan igual!
¡Nada le viste de ausencia!