Una marea oscura ahoga mi animo,
y entre los árboles de mi casa hay una niña con frio,
sonriendo con cinismo intentando cazar un oso.
Yo duermo, desearia estar despierto,
esa imagen idolatrada no es más que una burda fantasía;
esa que me llama, me mira, me toca, me ofrece -amor, sexo, gozo, lo que quiera-
con toda la elegancia de un cisne -eufemismo-
me persuade hábilmente, quiza intentado escapar, me invita,
y cuando casi arribo me da un palmo de nariz.
Espera y yo respondo, se aparta y yo me quedo aquí, allá, donde sea...
y pronto hace que llueva gotas de espasmo y confusión.
Yo corro, me alejo y digo ¡que hermosa espalda tienes-