Antonio B.

A ti.

Vendí caros los minutos de una espera deseada, son el plomo de tus letras el lastre de mi alma. Grito, grito en silencio a mis profundos adentros, al despertar de la llama, a mi eterna enamorada y el amor que me irradia.

 

Joven y complacido, resurge el hombre desconocido, la sombra que se alarga sin caducidad en los suspiros, ofreciendo cristalinas lagrimas al reflejo de su fantasma, que la amada no alcanza, recogiendo una tras otra las palabras, distribuidas en mi almohada.