Llegue al harem,
y tu delicada piel mediterránea
La entre cubría
una fina organza de Siria.
Ante collares turquesa
y la danza de tus caderas
quedé deslumbrado.
Tus caricias comenzaron
a ser extrañas y sedientas
que lograron vaciar mi ánfora
con gemidos de placer.
Reconocí tus ojos verdes,
¡eran como aceitunas brillantes!.
Acercaste a mí, tus labios
de camuesa…
y al intentar el deseado beso
fueron las 5:30 am
y una alarma estridente
me traslado nuevamente
a mi cama.