Y el pájaro canta en azul-celeste
al cielo perturbado por las nubes,
canta en dorado de luz,
de trigal maduro,
canta en verdes de gramilla despeinada,
en gris de piedra abandonada.
Canta una dulce sinfonía
de nostalgia
o de alegría, canta.
Baja su trino
de los lánguidos brazos del sauce,
de la cornisa fría de la esquina,
del portal sonriente de la escuela.
El pájaro es música y poesía,
eleva sus notas con candor de sueño,
hace de su silbo un verso de colores.
Vive y muere con su canto,
canta o llora a mi antojo,
trae del bosque la sombra humedecida
y me deja una sonrisa de sol en la campiña.
Amo sus alas, envidio sus alas,
amo sus trinos, los envidio.
El pájaro es inalcanzable,
como mi sueño inasible
se escapa de mis manos,
huye de mi vista,
vuelve, revolotea,
me acerca la voz de su violín chiquito,
se acurruca en la tibieza de la mañana
y canta, canta, canta.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.
(Fotografía de mi nieta Luna María Valentina Larluz)