En cada hueco dormido
hay un espacio en calma,
un ribete de yeso
y una corona de reina.
Hay también dinosaurios
con amplias fuentes de plata,
un centinela sin vida
entre unas magnolias descalzas.
Este poema se trae
algo escondido en el alma,
los espacios dormidos
no saben a nada de nada;
Este poema lleva consigo
viejos misterios sin vida,
hay como ciénagas muertas
en la que yacen los tiempos
cubiertos con viejos doseles inertes
que se levantan sobre pilastras
y entre las curvas cerradas
de ciento veinte escalones
hay también monumentos,
viejas gárgolas dormidas
que vigilan en silencio
los infiernos de los muertos.
En cada hueco dormido
hay una alma en silencio
cientos de penas se alzan
tirando plegarias al viento.
Entre los cielos y el viento
hay también escondidas
antiguas ruinas de espectros
que se deslizan y danzan.
No están siquiera dormidas
aquellas gárgolas del tiempo
siempre están alertas
de los arcaicos avernos.
CARLOS A. BADARACCO
5/9/12
(DERECHOS RESERVADOS)