¡Quiero vivir, le grito al silencio!
Ver como oscurece y dormir bien,
Quiero ver amanecer despierto,
Entre el aura del milagro del edén…
Recuerdos de serenatas en madrugadas
Que llenaron la ilusión de mi amor,
También añoro los besos que me dabas,
Mi amor, Antonia, con dulzura y fervor…
Calientes eran tus arrumacos
Debajo de la parra, mil magreos,
Ardían las hogueras de mil magos,
Deseos llenos de dulces abrazos…
Diálogos entrelazados con frenesí,
Quisiera volver a escuchar aquel violín,
Que tocaban los Ángeles para ti,
¡Hay Antonia! cuanto añoro tu sonreír…
Fueron años de amor intenso,
Cuando tu vida era solo para mí
Y tus besos de sentir inmenso,
Libres y llenos de placeres entre sí…
Ahora muero entre silencios,
Recordando cuando estabas viva,
Espérame Antonia en los cielos,
Ángel del cielo, entre cenizas vivas…
Fuiste mi primer amor, no te valore
Te quería más que a toda mi vida
Y sentía mil delicias abrazándote
Y te perdí por celos tontos, vida mía…
Así pasemos cinco años, de frenesí
¿Por qué te dije adiós, amor de mi sentir?
Desde aquel día, fue un infierno para mí,
Tarde me di cuenta, de todo lo que perdí…
Por ir contra natura, la tarde de aquel día,
Un domingo de tanto cariño mío,
Ahora estoy pecando, miñina, de mi vida
¡Treinta y cinco años casado y sigo sin cariño!
¡Si algún día nos encontramos por los cielos, seguro que perdonas lo que paso por mi culpa, entre nosotros!
Modesto Ruiz Martínez /viernes, 14 de septiembre de 2012