Él se sentía el mejor predicador,
dando ejemplo de su valor
Su ocupación era entregar felicidad
sin fijarse en los demás
a todos con igualdad.
Al mundo dejó como legado,
el libro de la amistad
y su conciencia tranquila,
la paseo con humildad.
Nunca tuvo la bancarrota
del desaliento
porque puso ante sí
el maravilloso amor
nacido de muy adentro.
Se goberno así mismo
en ternura y esperanzas
era él mismo la bonanza
de un pueblo peregrino,
señalándole el camino.
El amor era su destino
sin envidia ni egoísmo,
pasó a ser el maestro
de toda la vida, y la de si mismo.