Henry V

ConfesiĆ³n por amante

 

Es usted esa isla blanca, del mediterráneo,

 en la que saciaré mi instinto divino.


Es todas las formas de belleza:
más que la flor,
más que el cielo que me abrió en los ojos,
más que el infierno de los amantes;
es usted todas las formas de la belleza.

 Está en todas las sangres en que he habitado y me forman;
 usted me llevó  al umbral de fuego,

 cuando vino a mi mundo de ceguera,

y lo penetramos  de agua.

                                                                                                
Comprenda
decir amor en usted
es agraviar contra el Olimpo;
 querer derrocarle con el soplo de un niño muerto,


¡Comprenda!


el tiempo no es la mesura de lo nuestro,
no se atreva a musitarlo

 ni siquiera con el sonido de una uña creciendo,
el cielo nos vomitaría.


¡Comprenda!
vamos a morir de eso: de nosotros,
porque las constelaciones

reclaman nuestras vidas para nacer.


¡Comprenda!

No lo diré de palabra

cuando  puedo decirlo con la boca en todo su sexo;
en todos los sexo  a los que otros han matado
y yo daré vida.

 

Sabe que es usted
ocasión,  destino
causa, efecto y ciclo
en las pieles de mi alma:

 en sus palabras
en sus llantos y risas
en  sus  notas o himnos.

 

Quería  mis confesiones;
¿sabía que al decirlo nada detendría mi voz?
 Se replicará  en ecos,

 como trompetas de Sión
que  hendirán  corazones,

 como espada de sangre en alma de pus,

 a quienes no las comprenden;

Quería mis confesiones;
ahora abra las manos de su misericordia,
que empezará a caer la vanidad de esos,
a sus pies.

 

Le habló de miedo al espejo de mil rostros:
cierre sus oídos al redoble de la voz
o  fundirá su razón;
o únase al canto , deme la suya

para destronar la vanidad
y fincar un nuevo reino.


Ahora responda
¿quiere amarme?