Una intensidad desconocida me recorre,
no estuve nunca antes en este país donde la moneda es el amor.
Cambio mi sed por tu nostalgia de mis besos,
muto, celeste mariposa, libélula de fuego:
soy labio sobre labio sólo para besarte,
para encender en tu mirada el fulgor del deseo.
Los placeres efímeros del sexo
son eternos cuando los traigo al poema,
dejan impronta en el papel, huella sonora,
incandescentes signos sobre la piel del tiempo.
Pasión desbanderada, pasión acéfala,
no sé lo que me llama de ti,
lo que provoca en mí el anhelo de tus besos:
¿O seré yo el que naufrago en mi deseo?
¿Seré yo el que me busco en ti?,
el que me encuentro en ti las madrugadas
con olor a misterio.
Bebo del néctar de tus labios un trago último,
te sonrío levemente, entorno mi cabeza
en gesto cariñoso, te miro dulcemente
y te digo que sí. A lo que sea que estés pensando: sí.