Desde tu llegada
Mujer, desde tu llegada,
un dulce licor me anega,
un gran resplandor me ciega
con la luz de tu mirada.
Es tu esencia enamorada,
cristalino abrevadero,
donde quedo prisionero
como un barco entre las olas,
como abeja entre corolas
es donde yo vivo y muero.
En mi pecho arde una llama
que arde minuto a minuto,
de mi pecho cae un fruto,
cae un fruto de la rama.
Te digo que amor se llama
como un ave en el albor.
¿Será el canto del amor
como un pájaro al acecho?
¿Será que se alza en mi pecho
el canto de un ruiseñor?
A través de mi ventana
brilla más el sol y el día,
se va la melancolía,
la noche con la mañana.
Ninguna esperanza es vana
ni hay candados o cerrojos,
ni pena, dolor, abrojos,
si te tomo de la mano,
y de ser feliz me ufano
cuando te miro a los ojos.