Encerradas en joyero divino,
y bajo siete llaves.
Tus traviesas ansias locas
a cal y canto, enclaustradas están.
Los susurros de tu diáfana voz
acarician mis tímpanos,
con sus ensoñadores matices
se negan a sugir.
Cuando imploro por tus hechizos,
los que derriten la visión de los ojos,
confinados están.
Avivando borrascas espumosas
de cariño.
Arraigada en mil raices preñadas de frenesí,
se encuentra
el secreto de la cerradura carcelera,
guadando la candidez
de tus fervores.
Evoco las tardes plenas de seducciones
cuando cálidos besos te robé,
y tímidos, resbalaron a esconderse
en tu joyero,
Con el ardor de mis labios
busco los hilos del pretexto,
para decorar con regocijos y alborozos
el baúl donde encubres tus celos,
tras barreras
desbordantes de ternura.
Vida mía
obséquiame la llave del estuche
de tus secretos.
Y así dejaré de sufrir.
¿Sí?
bambam