¡Cómo tocar tus manos sin sentirme
dichoso y a la vez
esclavo y fugitivo!
Con mis ojos abiertos una vez,
sin dormir, -quizá sin sueño-
te desnudabas de palabras,
y aquí en tu orbe todavía en que me miro
se ensaña contra mí la realidad.
¡Cómo -repito- escucharás
la voz que antes fue tuya y pesa
en esta clara atmósfera de Enero!
Consciente de la idea
sonámbula del odio
al libertino paladar de esta mañana
toco otra vez tus manos
y espero al fin que un brillo me despierte.
(GALERÍA INSOMNE)