El cielo cae en pedazos,
la aurora ocultada bajo nubes muertas,
el viento es denso, fuerte.
En el ventanal se posa la sombra
y el calcañar de dientes vuelve
se detiene el tiempo, se apodera el miedo,
la distancia se acorta.
Llueve desesperación ¡Demasiadas gotas!,
y se inunda la habitación de fantasmas avispados
siento sus pasos, en el callejón de al lado
muero cuando no debo morir
y me hacen velorio cuando he despertado.
El vacío putrefacto se fermenta
el moho de ausencia aumenta cada día
y la puerta aún no se cierra,
aun están sus pasos en el cuarto vecino,
a veces parecen haberse ido,
cuanto más lejanos los oigo, más acerco el oído.
Se consume mi cuerpo por gusanos de insomnio,
más el miedo es miedo, eso es cierto,
mi ventanal sigue desierto,
oigo el eco del silencio,
los pasos vienen y van, a veces no tocan suelo
todo muere, todo es silencio.