A través de la noche, el aroma de tu cuerpo evocará mi deseo sin importar la distancia y los sueños.
La noche está nublada. Lloverá, sin embargo, el calor no te deja dormir. Las luces de tu habitación están apagadas. En la oscuridad duermes apenas cubierta con las sábanas. Desde afuera de tu ventana parece que no hay ningunos ojos que te observan. Pero pegados al cristal hay unos que discretamente miran hacia adentro, aferrados a tu silueta, y sutilmente emiten un relámpago para que en un instante se ilumine tu cuarto. Mis ojos. Mi mirada.
Observo como placidamente yaces en la cama. Inquieta. Y Guardo dentro de mi mente la imagen de tu cuerpo y comienzo a recorrerlo poco a poco. Tus pies desnudos parecen indefensos. Después recorro la forma de tus piernas que descubren tu belleza de mujer. Tu mano derecha esta fuera de la sabana y por momentos se mueve en la orilla de la cama. Y sin hacer ruido contemplo tus caderas e indiscretamente miro la forma de tus senos y la forma de tus labios. No se si fue por el brillo de tu pelo, o la sensualidad de tu cuello, pero en vez de marcharme con el tesoro de imágenes que llevo en mi mente, me quedo aquí, pobre y cautivado de tu belleza. Mi corazón se aferra a Ti. No se si soy lluvia, aire u oscuridad… pero estoy aquí, contigo. Invisible. Y talvez apenas perceptible.
No puedo seguir aquí mirando. Provoco un calor que te impulsa a abrir la ventana. Lo presientes. Te levantas. Sorprendida y aun con sueño en los ojos te acercas a la ventana deseada. Acaricias las cortinas y murmuras mi nombre. ¿Será que sabes que estoy aquí? Pudiera marcharme. Prefiero quedarme. Prefiero amar. ¿Cómo estas? Y a la nada dices: "Me siento feliz…"
Te quedas ahí, mirando la noche. Quitas el seguro y abres la ventana. El aire entra delicadamente a tu cuarto y yo con él. Invasores nocturnos. No quiero evitar el placer de tocarte, así que impulsivamente me acerco a Ti, pero no me ves, y tu al sentirte refrescada por el aire que entra te quedas ahí disfrutándome. Pero no me ves.
Imagínate que te abrazo por la espalda, y sientes mi respiración en tu cuello, te beso la nuca y esas mejillas que tanto me gustan, mordisqueo el borde de tus orejas, paso mis labios por tu cuello hasta tus hombros mientras que con las manos empiezo acariciarte. Y en círculos navego un poco arriba de tu vientre. Te contemplo pero no sabes que aquí estoy.
Recorro cada instante de tu piel. Camino hacia delante y quedo enfrente de Ti. Parece que me ves, pero miras el otro lado de la calle. Me inclino muy poquito y te beso en los labios. No dices nada y tocas tus labios como sintiendo un cosquilleo en ellos, das un beso a tus dedos y sonríes. Al besar tu cuello, levantas un poco tu cabeza, no sabes que es, pero sientes una sensación extraña en tu cuerpo. Beso tus dulces senos por encima de tu ropa, y recorres con tu mano tu pecho como buscando ese algo que desconoces y que se aferra a tu cuerpo. ¿Lo sientes?
Bostezas un poco, casi disimuladamente. Quieres ir a la cama. Tienes sueño. Cierras la ventana. Te tomo de la mano y te llevo a la cama. Muy despacio te acuestas boca abajo. Empiezo a besarte la espalda suavemente, apenas rozándote la piel haciéndote sentir escalofríos, mientras que con mis manos recorro tu espalda, cintura y tus muslos. Con mis labios recorro cada parte de Ti y paso por debajo de tu cintura hasta llegar a la parte de atrás de tus rodillas. Luego subo a tu cuello, te beso ahí, y apenas con el aliento acaricio tu oído.
Te das la vuelta para poder descansar con más comodidad. Yo intento entrar en tu satisfacción. Tú crees que es el sueño.
Estas descansando en la cama acostada ligeramente sin darte cuenta de que ahí estoy, en la orilla del abismo. Quito el cabello de tu cara para besar tu mejilla y tu boca. Mis besos caen suavemente sobre tu cara y recorren tus labios y mejillas, después tu cuello. Trato de que llegue a tu boca el deseo de mi corazón para acariciar tus labios que tanto deseo y así mezclarme con la humedad de tu boca para que tu también puedas saborearme y descubras que soy algo mas que solo viento y oscuridad en tu cuarto.
Caigo en Ti como lluvia que es, pero que no existe. Acaricio tu pelo mientras lo recreo lentamente. Yo soy cada gota que cae en tu pelo, lo acaricio y sigo mi camino recorriendo tu cuerpo, tu cuello y en tus senos trato de grabar mis besos ¿Puedes sentirlos? La humedad deja transparente tu ropa y se pega al cuerpo descubriendo la belleza de tu figura.
Cada gota de mis ansias refrescan tu piel, pero también la saborea, quisiera provocarte mientras mis labios recorren tus piernas para confundirse con tu humedad, para luego llegar a tus pies y besarlos como reconociendo tu poder de mujer ante la humilde seducción de tus pequeños gemidos.
Te envuelvo en mis brazos. Pero no he podido empaparte toda. Lo siento. Así no podrás dormir. Caminas hacia el baño y abres la regadera.
Con temor sé que llegara el momento de dejarte, pero antes de irme con el viento, se cumplirá mi sueño de descubrir tu desnudez. Después me iré sin saber donde queda el norte, donde queda el sur. Extraviado bajo el cielo nublado.
A la luz de la lámpara soy humedad excitada, ante mí toda tu piel, disculpa que mire en el espejo pero quiero admirarte de lejos y de cerca mientras oigo el agua en la regadera correr. Entre el vapor quiero imaginar que me pierdo en tu forma.
Es inevitable estas entrando a la regadera y tendré que dejarte.
De pronto lo inesperado, cierras la llave, apagas la luz y desnuda y mojada te recuestas en tu cama, para llevarme a dormir contigo.
Al cubrirte, al cubrirnos con la sabana ¡Despierto! Y bajo la oscuridad de mi cuarto observo que la ventana esta abierta. La regadera gotea. Reflexiono. ¿Estuviste aquí conmigo?