Treinta y tres años…
La experiencia colmada
En su máxima expresión,
El carisma impregnado
En todo su rostro,
Las delicias del amor
En todo el ciclo lectivo
Las canciones de un adiós,
Una gran nube blanca
Entre todos los que vivimos
A su lado…
En pequeño o grande
Que hemos hallado
En toda su bondad.
La edad perfecta
Que refleja la vida de Jesús,
El hijo de Dios
Llenando en toda su gran experiencia
Y la paciencia…
Que llenaron cada palabra dulce,
Cada consejo a cada amigo,
Cada niño adormecido,
Cada padre confundido…
Los latidos de cada pequeño
Abrigo,
Que de traviesos y hermosos
Momentos de sus vidas,
Supiste llenarlos cada día…
Aunque solo pude ser
Un granito de arena,
En toda tu larga experiencia
Como maestra de la vida,
Pude darme cuenta…
En cada gesto de tus ojos,
En la bondad que nos llenaste
Como a tantos otros,
Que te hemos conocido tanto
Que pudiera ver cada paso
En tu carrera,
Cada año vistiendo
Desde el primer delantal blanco
Hasta tú ultima camiseta de seda…
Aunque de veredas opuestas yo te viera.
Y desde el corazón mismo
Que de alguna manera
Hoy lo obligo a escribirte,
Porque me siento un poco triste,
Por no querer de verdad
Despedirte,
Aunque prácticamente haya nacido
En el mismo instante que comenzaste
A regalar la magia que hoy
Aún existe dentro de tu ser,
Puedo decirte lo feliz
Que nos has hecho,
En cada charla,
En cada entrega…
Tus palabras como flores
En primavera,
Como abrigo en un invierno
Tan duro,
Como hojas caídas en el otoño
Que nos levantaste…
Como aquel bello verano
Que algún día soñaste…
Treinta y tres años…
Toda una vida…
Quien mejor que vos,
Para llenarla.
Christian A. C. Vázquez