María B Núñez

Romina...

 

 

El nacimiento de Romina la primogénita, ocurrió en un campo, literalmente en toda la extensión  de la palabra campo, en una humilde choza hundida en unos farallones, fue traída al mundo por una comadrona o partera como la decían antes, nunca se supo el lugar exacto del alumbramiento, debido a que esa noche ocurrió un descomunal temporal, que acabó con la casa y sus alrededores. 


Este intempestivo temporal obligó a sus habitantes a huir despavoridos de la casa que habitaban por años, tan sólo con lo poco que tenían puesto. 


Como suele ocurrir siempre, las mayores  tragedias al igual que los grandes dolores, llegan amparados por las sombras de la noche. 


Fue así, como por arte de magia desapareció el lugar exacto del nacimiento de Romina, ese detalle para los padres de la recién nacida, no era tan importante en ese momento. 


Ellos decidieron cual gitanos armar su casa en otro lugar, que ni remotamente pertenecía a la misma jurisdicción donde había nacido la pequeña, es decir, migraron a otro estado, donde fue presentada como nativa del nuevo caserío,  olvidando así, el camino de retorno al lugar que les traía recuerdos mas que desagradables. 


Un tiempo después la familia pasó a residir en casa del abuelo materno. 


Puede ser que de allí derive un poco la rebeldía demostrada por Romina, a través de los años, ya que toda persona quiere saber el sitio exacto donde vio la luz por primera vez. 


Los primeros años de Romina, fueron compartidos con una tía materna y su madre, eran tiempos muy duros pues el país estaba bajo un régimen de gobierno dictatorial. 


Romina era todavía muy pequeña, acaso tendría cinco años, cuando vio por vez primera, a un grupo de hombres extremadamente flacos, vestidos todos de la misma forma y color, unidos de dos en dos por una cadena atada a sus tobillos, dicha cadena terminaba en una gran bola de metal que les dificultaba el movimiento. 


Los hombres hacían trabajos duros en la construcción de una carretera, empezaban la faena al salir el sol hasta que este se ocultaba. 


El trabajo se realizaba bajo las inclemencias del tiempo, siendo rigurosamente vigilados muy de cerca, por otros hombres que vestían de forma diferente, ellos no tenían cadenas que los ataran pudiendo desplazarse libremente, podían hablar, comer, y tomar agua a cualquier hora, mientras aquellos otros no podían ni siquiera levantar la mirada sin recibir castigo. 


Mas adelante Romina se enteraría, que aquellos hombres eran los que cometían algún delito y eran llamados presos y los otros eran los encargados de que los presos cumplieran su castigo. 


Aquella experiencia vivida a tan corta edad, marcaría para siempre la vida de Romina, convirtiéndola en fiel defensora de aquellas personas que son privadas de libertad, por el simple delito de pensar diferente. También otra de sus luchas, es a favor de los animales y sus derechos a vivir libremente.

María B Núñez