"El amor y el pecado van de la mano,/ es una de las cosas que he aprendido./ Amor sin pecado no es humano/ y ni siquiera es divertido".
No te preocupa tanto lo que los demás digan,
ni que sus miradas tal vez hasta te persigan
para enterarse de todo y al mínimo detalle...
Como sea quieren saber lo que te pasa,
cuando estás muy guardadita en tu casa
o si sales a hacer algo a la calle.
Pero no es eso lo que en verdad te preocupa,
es otro el temor que tu mente ahora ocupa
y que yo con sólo verte ya percibí...
Sabes que quiero besarte y si lo llego a hacer,
te angustia mucho el no saber
qué será de ti.
No sabes cómo reaccionará tu cuerpo, tu piel
y esa pose de mujer sensata y muy fiel
ignoras si vas a poder mantenerla.
Te miras por momentos desnuda al espejo
y te asusta que te haga una pregunta tu reflejo
y no puedas responderla.
Te asusta que te bese y te guste que te bese,
esa pose de mujer recatada no es lo que parece
y sabes que flaquearás en mis brazos...
Cuando el deseo tu cuerpo aceche,
no habrá modo de que no sospeche
que estarás siguiendo mis pasos.
A alguien seguro le vas a faltar,
pero no imaginas cómo no pecar
si al besarte las ganas de mí te poseen.
Huyes de mí y tienes tus motivos,
como esos “te amo” fugitivos
que en mis poemas se leen.
Te da miedo hasta leer porque me sientes,
es algo inevitable aunque intentes
que todo lo que digo no te pase...
Aférrate mucho a tu cordura si mi mano te toca,
si mis labios rozan tu boca
o cuando al fin me decida y te abrace.
No es bueno que pierdas el control,
ya lo sabe la luna y lo sabrá el sol
que eres débil ante mi cercanía.
Que en el fondo no lo quieres evitar
y que te mueres por probar
la sensación de sentirte mía.
De nuevo tu reflejo en el espejo hablará
y desde su mundo al revés te dirá
que tampoco es buena tanta pose...
Ahora mismo sabe que me estás deseando
y que acorralada te verá temblando
cuando yo apenas te roce.
No luches contigo misma, no insistas
y cuando en tu cuarto a solas o con él te desvistas
tampoco quieras conciliar el sueño,
porque te llegará de pronto la convicción
de que tu cuerpo, tu alma y tu corazón
ya tienen otro dueño