En el mueble zapatero,
estaba un precioso guante,
custodiado por un perro
llamado haz papi
bajo su cuerpo de cuero,
escuchaba una ojota
la conversación entre ambos
de sus viajes desde europa.
El guante era de charol
con un brillo muy intenso,
si parecía un sol
en ese armatoste preso.
El perro que no ladraba,
le contaba su paseo.
Desde la CHina he viajado,
para estar acá como leso.
Y que callada la ojota
hacía de si la memoria,
si supieran estos graves,
toda mi pequeña historia.
Cuando yo era una rueda,
recorrí mi país entero
de arica a magallanes,
desde la playa a los cerros,
nunca anduve encerrada
de cartón en una caja
siempre estuve rodando
en mi país de plaza en plaza.
Vi el sol muy intenso
en ese querido norte,
y las estrellas brillantes
en el azul de la noche.
La lluvia me empapó entera,
cuando esperaba la carga,
en el sur de los chilotes.
en la amanecida clara,
mi vida acabó de noche
en esta ciudad de Talca,
sirviendo en un pedazo,
para entibiar a los pobres,
el resto fue a parar
en lo que ustedes me ven,
anduve caminando,
con el campesino en sus pies.
Y aquí estamos parados
de uno en uno los tres.
Ustedes con esa vida divina,
y yo muriendo en los pies.