Descendí hasta la intensa
gruta del amor,
casi inconsciente me fue arrastrando
hasta que se apodero de mis juicios,
mis viejas creencias,
y me convirtió en esclavo
de sus delincuentes besos.
Quien me va a creer,
que caí de nuevo en la trampa,
que devora los sueños,
que me inventa historias,
y que me llena de celos.
Hoy de nuevo a mi viejo
corazón ingenuo,
se le ha vuelto a abrir
la vieja herida lacerante,
ella me volvió a seducir,
con su cara de ángel,
con su mirada inocente,
con sus labios de rosas
y con sus mentiras constantes
devotas,
llenando de nuevos vicios,
esta piel que grita,
por su suave piel,
que mata.