Si observas el cielo por las noches, triste,
e íngrimo imaginas con dulce ilusión
el rostro de ella, de Alejandra, linda,
sentirás que envuelve de ella su candor.
Tímidas estrellas, lunas perfumadas
que alojan un sensible corazón
devuélvanme el suave recuerdo de ella
que quizás –dormida- mi amor olvidó.
Es alegre, tenue, gentil, sempiterna
y llena la atmósfera de un sutil fragor,
da ensueños al alma, dibuja tristezas
con dedos románticos de un azul precoz.
Son como una historia sus ojos pequeños
cuyos iris cuentan la fina canción
que escucha su espíritu, tal si recordara
otros ojos: signos de verdad y amor.
Alejandra –un nombre mi vida sorprende-
difícil sería unir a tu voz
mi canto; mas quedas para siempre unida
al verso que deja mi humana canción.
Marcos Hernández Sánchez
Masaya, madrugada del 20-09-12
1:26 am.