Dame tu mano, acompáñame.
No quiero molestarte.
Solo quiero acompañarte,
y que tú me acompañes a mí.
Estoy como un bote en el río,
a la deriva.
Navego y no sé dónde anclar.
Acompañémonos.
Quizás tú no me necesites,
pero yo, necesito de tu mano.
Necesito estar cerca de tí.
No te sorprendas.
Es así. Simplemente así.
¿Te das cuenta por qué?
Por mis miedos.
Por la existencia de tantas
negativas. De tanto padecer.
Padecer, y no estar acompañado,
te llevan a pensar cosas y situaciones
que te hacen después arrepentirte.
Tal vez a tí no te pase,
pero sí a mí. Necesito de
tu mano, porque con ella
me siento seguro.
Tu frágil y suave mano.
Con la que me has dado caricias.
Las cuales siempre percibo en mi cuerpo.
El cuerpo de un hombre,
que a pesar de sus años, no tantos,
necesita de tu amor. Siempre.
Mis cincuenta años de vida,
ya cumplidos. Y tú, con tus cuarenta
y siete, eres más fuerte que yo.
Mujer valiente. Mujer de empuje.
De decisión... Debería imitarte,
o ser yo el más fuerte,
el menos débil.
Pero sabes, la fragilidad de mi
corazón me llevan a sentir
estas flaquezas.
Estos titubeos. Estas indecisiones.
Esta necesidad de que me acompañes.
Un corazón que no creo
tenga mucho tiempo de vida.
Tanta televisión que veo...
no debería hacerlo.
Tragedias, muertes, violación,
robos, saqueos, crímenes por doquier.
Injusticias. Aumentos de precios.
Bajos salarios.Derrumbes.
Accidentes de trenes. Subtes
que paralizan. Facturas in crescendo...
Todo esto me llevan a un estado
de debilidad. De fobia. De miedos.
Y necesito tenerte a mi lado.
Contigo es como
si me sintiese más seguro.
Nuestros hijos me cargan,
se burlan. Son jóvenes...
No saben lo que hacen.
Nosotros siempre los hemos
consentido. Y ahora hacen
lo que quieren. Casi
todos los padres
hacemos lo mismo.
Casi. Tal vez soy un poco
egoísta. Debo reconocerlo.
Siempre, creo, reconozco
mis errores. El tema es que
tú me los aceptes.
Mi necesidad de tenerte a mi lado,
es por el inmenso amor
que te profeso.
Me estoy comportando como un niño.
Un niño con miedo.
La oscuridad, no me daña.
Me daña la soledad.
Cuando estoy lejos de casa,
por mi trabajo,
no veo las horas de llegar
a ella. Porque aparte de mis hijos,
estás tú.Mi fuente de vida.
Mis hijos, y mis nietos.
Pero ellos ya tienen familia formada.
Mi razón de ser...
No quiero cansarte con mi
pedido de que me acompañes.
Tampoco te lo exijo. Solo
te lo pido.
No estoy ciego.
Si lo estuviese,
tal vez se justificaría
mi pedido. El de
que me acompañes.
Si algún día me faltaras,
qué será de mí.
Me quedaré con mis hijos.
¿Podrán recibirme?
Pero ellos ya han
formado su hogar,
y no quiero molestar.
Tú eres mi bastón en la vida.
Me prometo no usarlo.
Pero te necesito.
Me he acostumbrado tanto a tí...
Tengo mi personalidad,
pero a veces pienso
que es nula.
Son mis estados de ánimo,
lo sabes, amor.
Prometo cambiar... cambiar...
Lo he de lograr.
Todos los derechos reservados del autor ( Hugo Emilio Ocanto- 23/09/2012)