"Lo del día y la noche el amor parece/ y entre ir y venir el olvido se da,/ aunque ni el día sabe por qué amanece/ ni la noche por qué se va".
No elegiste llamarte como te llamas,
tal vez tampoco elegiste tu religión,
no has elegido arder entre las llamas
de un infierno por falta de perdón.
No elegiste nacer en donde naciste
ni aquella música que en tu niñez oías,
ni que se reviviera la flor que me diste
ni que fueran sexuales tus fantasías.
No elegiste que lloviera como llovió
ni el calor que a veces nos afecta...
Ni los defectos que tener te tocó
y tampoco elegiste ser perfecta.
No elegiste en el alma no sentir
lo que alguien quiere que sientas,
ni que nada se pueda escribir
de historias que ya no cuentas.
No elegiste que amaneciera como amaneció,
no depende el sol de lo que decidas,
ni que la fruta que ayer te apeteció
sea para unos, parte de las prohibidas.
No elegiste el sueño húmedo de ayer
ni que el viento soplara hacia donde sopló,
como tampoco elegiste perder
todo lo que ese viento se llevó.
No elegiste olvidar lo que olvidaste
ni conservar lo que sigue en tu memoria,
no fuiste tú la que diseñaste
el principio y el final de tu historia.
No elegiste no poder volar,
si por ti fuera el cielo cruzarías,
ni no ser inmensa como el mar,
si de ti dependiera, inmensa serías.
No elegiste estar en mi poema hoy
y lo estás y eres tú mi musa.
Ni yo elegí ser juez y soy
el que de ser mi gran amor te acusa.
Ya ves, no elegiste conocerme y me conoces
y estás en mi vida como yo en tu vida
y se confunden entre gemidos nuestras voces
porque nuestra unión sí fue elegida.
Así es la vida, así nos la pintamos,
es de esa manera como la vivimos,
entre suspiros buscados cuando amamos
y hechos que son y que no elegimos.