Me descubro en la noche pensándote,
con la obscuridad cómplice del momento,
siento alegría, con un toque de tormento,
y mi piel se inquieta al comenzar a imaginarte.
Intento recordar la fragancia de tu aroma,
-que hasta hoy dejé pasar inadvertida-
mientras me doy cuenta que llevo grabada
tu risa y tu voz en mis oídos,
y en mis ojos tus gestos y mirada.
Imagino… como será tocar tu piel,
recorrer con mis dedos tu cuerpo,
besarte en los labios…
en el cuello y en las manos.
Descubrirte debajo de las ropas,
contemplarte y mirarte como nunca antes…
poder sentir la humedad de tus labios,
y embriagarme con tu sabor.
Abrigarme con el calor de tu cuerpo,
tenerlo cerca,
tan cerca que se percibe lo prohibido.
y sentir tus manos avanzar sobre mí,
subiendo desde el sur hasta las cumbres.
Sentir que mi corazón se desvoca
porque late apresuroso, tanto o más
como ahora lo hace con solo imaginarte,
mientras mis adentros palpitan,
y se humedecen con la brisa que provocas.
Yo que siempre te antepuse una barrera,
evadiéndote, alejándome,
comportándome fría e indiferente,
con desaires y desplantes,
juzgándote, observándote, burlándome;
huyendo a tus abrazos, a tenerte cerca.
Pero hoy es diferente,
esta noche te he descubierto en mis sueños
mientras duermo y mientras vivo,
te traigo en mi corazón acelerado,
te aprisiono en mi alma intranquila,
provocaste en mi los celos –lo admito-
y el cuarto obscuro de la noche,
me ha revelado todo esto que siento por ti.
Y tú...
¡Te atreves a echarme en cara que no te quiero!
He de decirte esta noche, que no te equivocas,
y que si antes me negué a verte y a quererte...
fue por el miedo a sentir, que puedo llegar a amarte.
FRANCY ABIGAIL
21/Oct/2009