TU MORADA
Noches inacabables
se ocultaban
entre las encendidas estrellas
de tu cielo
y la delicia cadenciosa
de tu nombre
se esparcía caprichosa
en los rincones
donde todo era inmenso.
De la nada
inventábamos horizontes
donde enmudecían
enmarañados mis dedos
fuimos dueños
y esclavos de unos ojos
chorreantes de presagios,
trastornados de destinos,
húmedos de desvelos.
Ahora soy apenas el sueño
del fuego y la llama,
una condena muda,
el vacío
donde mora tu fantasma.
Eve V.Gauna Piragine