¿Cómo puede el sentimiento más profundo de amor colapsarse inesperadamente? ¿Acaso fue una falsa proyección de sus sentimientos? ¿Acaso la empatía fue el motor que impulsó un falso sentimiento? ¿Acaso el vacío que le he intentado llenar no tiene saciedad? ¿Realmente hay algún vacío qué llenar?
¿Acaso es posible extinguir un hoguera en un par de segundos? ¿O simplemente es mera realidad que el amor puede ser ciego y falso a la vez?
Un mar de interrogantes se han apoderado de mi mente, y es que, a pesar de ser una persona curiosa e indagadora, no he podido dar explicación lógica a la decisión que ha llegado a tomar ¿Acaso es culpa mía? Creo que inconscientemente la orillé a que tomara una prematura decisión y ahora, a pesar de ser una mujer honesta y madura, se muestra casi tan indecisa como en aquellos días, cuando la razón le decía que no y el corazón súbitamente la contradecía.
¿A dónde van los pensamientos que llegan a acariciar el corazón, producto de aquel suspiro más puro de amor? ¿Es que tienen fecha de expiración? Mis pensamientos tienen garantía de por vida, porque con ella he llevado a cabo inolvidables aventuras. Su voz a diario me susurra y no hay día que no lamente su ausencia. Sólo ella lograba llenar ese vacío de amor tan profundo que ninguna otra había logrado. Tras mi partida aún me sentía saciado, aquel abismo de desamor no tenía más cabida en mí. Ahora aquel vacío me atormenta nuevamente. Como una daga enterrada en el pecho, para la cual ninguna mano posee capacidad de retirar, más que sus delicadas manos con las que alguna vez me llegó a acariciar.
Nada de provecho obtengo al lamentar este terrible suceso, cual sin aviso alguno ha llegado a tornar mis alegres días en oscuras noches de depresión. La estresante interrogante es: ¿Qué haré con esta verdad? Esta verdad que no tiene cabida dentro de mi búsqueda y mucho menos dentro de mi razón. ¿Debo de aceptarla sin reproche o debo luchar por lo que alguna vez vi tan perpetuo e inextinguible?
Pero ¿Qué pasa si al aceptarla estoy firmando mi separación? ¿Qué pasa si al luchar por ello evaporo la esperanza latente de la que mi corazón subsiste?
Un mar de interrogantes se apoderan de mi mente y de mi ser. Los efímeros momentos, tan vívidos y reales, se transmutan en quimeras, que en cual imperturbable sueño se mantendrán, hasta el distante día en el que sus labios se encuentren con los míos nuevamente.
César Menchaca Luna